Experimentos Sobre Sueños
El primer intento conocido de
estudiar experimentalmente los sueños paranormales fue reportado en 1819 por un
investigador llamado H.M. Weserman. En sus experimentos este investigador
intentó influir sobre el contenido de los sueños de otras personas proyectando
su “influencia magnética” sobre estos/as. En uno de sus experimentos Weserman
envió a una mujer un mensaje para que esta soñara sobre el funeral de un amigo
suyo (de Weserman) que había fallecido recientemente. Al otro día la mujer le
informó a Weserman que había soñado con un funeral. El único problema era que
el muerto no era el amigo del investigador sino el propio Weserman. El cambio
de muerto, claro está, no le hizo mucha gracia a Weserman. Sin embargo, como él
mismo asevera, esto es algo que sucede comúnmente en este tipo de sueños.
Efectivamente, dice Weserman que sólo en muy raras ocasiones un receptor
reporta un sueño que duplica exactamente aquel que un agente está tratando de
enviar, en casi todos los casos se producirá un “pequeño error”.
En 1962 en el Centro Médico
Maimonides localizado en la ciudad de Nueva York, se comenzó lo que hasta ahora
es el estudio más sistemático y abarcador sobre el tema de los sueños
paranormales. El estudio, que duró más de diez años y que fuera dirigido por
Dr. Montague Ullman quien en aquel entonces era director del departamento de
psiquiatría de ese mismo hospital consistía principalmente en colocar
electrodos en el cráneo de un sujeto que luego era conducido a un cuarto a
prueba de ruidos. Una vez el sujeto estaba en su cuarto se procedía a
seleccionar al azar uno de entre varios sobres sellados en cuyo interior había
una reproducción fotográfica de una pintura o escultura. El próximo paso
consistía en que un psicólogo se llevara dicho sobre a un cuarto distante, una
vez allí lo abría, lo observaba y estudiaba mientras en otro cuarto el sujeto
que ya estaba dormido intentaba incorporar material de la reproducción de la
pintura o escultura contenida en el sobre. Es importante señalar que el sujeto
no había tenido oportunidad de ver el sobre ni su contenido. Pasada la noche
unos jueces no relacionados con el experimento comparaban los reportes que los
sujetos habían escrito sobre sus sueños con la totalidad de las reproducciones
fotográficas en los diversos sobres para ver si identificaban el que le había
tocado a este sujeto en particular. En alrededor de dos terceras partes de las
ocasiones se obtuvieron resultados significativos.
Aunque estos resultados podrían
parecer muy promisorios, los intentos posteriores de otros investigadores por
reproducir estos resultados arrojaron una serie de resultados aparentemente
contradictorios e inconsistentes. A pesar de no ser concluyentes, los
experimentos en el hospital Maimonides abrieron el campo a investigaciones
ulteriores y a nuevos enfoques en estas investigaciones. A fináles de la década
de 1980, Stanley Krippner y un neurocientífico canadiense llamado Michael
Persinger revisaron toda la data experimental de Maimonides y la
correlacionaron con datos sobre el clima y la actividad solar. Encontraron que
los sujetos tenían mayor éxito en incorporar detalles de las reproducciones
fotográficas en las noches en que habían ocurrido tormentas eléctricas y en las
que la actividad solar era mayor.
Por otra parte, algunos
investigadores creen que el tipo de comunicación extrasensorial que se
pretendía medir en los experimentos que ya hemos reseñado no es la más común ni
la más fácil de investigar. Recordemos que en las investigaciones llevadas a
cabo en el hospital Maimonides se trataba de establecer una comunicación entre
un sujeto dormido y otro despierto. Sin embargo, existen estudios que sugieren
que la conexión o comunicación entre dos mentes dormidas ocurre con mucha mayor
facilidad y frecuencia. Es decir, la conexión entre el inconsciente de dos
personas es mucho más factible que entre el consciente de una y el inconsciente
de otra. Alan Rechtschaffen investigador de los fenómenos del sueño de la
Universidad de Chicago ha señalado que muchas veces se daba en su laboratorio
un “impresionante grado” de correspondencia entre los sueños de dos sujetos que
dormían allí al mismo tiempo. Por lo general, en estos casos los sueños de las
dos personas no son idénticos sino que más bien giran sobre un mismo tema o
poseen varios elementos comunes. Por ejemplo mientras una persona sueña que
toca el violín la otra sueña que practica en la guitarra. Durante el transcurso
de la noche pueden aparecer numerosos elementos y temas comunes en los sueños
de ambas personas.
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